Aproximaciones al anticristianismo en b Sanedrín. Entre la polemicomania y la
polemicofobia
Notes on
Anti-Christianity in b Sanedrin.
Between the Polemicmania and the Polemicphobia.
For the sake of transparency, I must
confess to being among those “afflicted by this
disease”.
I would nevertheless argue that the alternative to parallelomania is likely to
be
parallelophobia.
Parallelophobia with regard to Christianity is a deeply rooted cultural
phenomenon
within the Jewish tradition. It begins with the midrashic and Talmudic
literature
and continues down to our own day. Its expressions include a hidden desire to
conceal
the threatening, close presence of the sister religion.
Yuval, 2010: 55
Resumen
En este trabajo se presenta, en primer lugar, un
debate historiográfico en relación a paralelos y polémicas entre la literatura
rabínica y el cristianismo. En segundo término, se investiga el tratado de Sanedrín
del Talmud de Babilonia, en busca de indicios sobre la posición rabínica
en torno al cristianismo. Analizando tanto referencias directas como
indirectas, así como también agendas comunes y ocasiones polémicas
desaprovechadas, se intenta ponderar el grado de preocupación que generó el
cristianismo entre los editores de b Sanedrín.
Palabras clave: b Sanedrín – Talmud- Anticristianismo
- Polémica
Summary
Firstly, this paper presents a historiographical
debate around parallels and controversies between rabbinic literature and
Christianity. Secondly, it studies the Sanhedrin treatise of the Babylonian
Talmud in search of evidence about the rabbinical position towards
Christianity. By analyzing direct and indirect references, common agendas, and
missed polemical situations, this paper aims to assess the degree of concern
caused by Christianity between the editors of b Sanhedrin.
Keywords: b Sanhedrin – Talmud -
Anti-Christianity - Polemics
Recibido: 17/03/2017
Aceptado: 29/04/2017
Introducción
El título de
este breve trabajo es tributario de tres artículos que han generado polémica en
el plano de los estudios rabínicos, sobretodo desde el punto de vista
metodológico.
Cronológicamente el primero fue “Parallelomania” de Samuel Sandmel
(1962), donde el autor puso en tela de juicio ciertos análisis en los cuales se
vinculaban textos religiosos que, en su opinión, no dependían entre sí. La paralelomanía
era producto, entendía Sandmel, de la denodada (y a veces infructuosa)
búsqueda de influencias mutuas, sobre todo en espacios y tiempos donde no
abundan las fuentes al momento de realizar una reconstrucción histórica. El
trabajo involucraba diferentes áreas y producciones: Filón de Alejandría y los
rabinos; los rollos del Mar Muerto y el cristianismo; el Evangelio de Juan y
los Sinópticos, etc. Recibió tanto críticas como elogios, aunque –más allá del
debate– alertó sobre la necesidad de fundamentar bien los vínculos
intertextuales y no subestimar la posibilidad de que dos fuentes construyan
narrativas similares sin influencia directa.
Ya en el siglo
XXI y específicamente relacionado a los vínculos entre literatura rabínica y
cristianismo, Alon Goshen-Gotshtein (2003-2004 y 2009) publicó “פולמוסומניה” (Polemosomania, “polemicomania”, en hebreo),
texto que, aunque limitado a comparar la exégesis talmúdica del Cantar de
los Cantares con la de Orígenes, tenía por objetivo, en línea con Sandmel,
criticar a quienes tendían a ver influencias cristianas en la literatura
rabínica temprana. La posición de Goshen-Gotshtein, de haber sido sostenida
hacia la época del artículo de Sandmel, no hubiese generado tensión dado que
hasta la década de los ‘80 y sobre todo la de los ‘90 el material producido por
los rabinos de Palestina y Babilonia era visto generalmente como un producto
autónomo, disociado de la influencia cristiana.
La réplica no se hizo esperar. Precisamente uno de quienes respondió fue
Israel Yuval (2010) en “Christianity in Talmud and Midrash. Parallelomania or
Parallelophobia?”, artículo donde –como se observa en la cita que abre este
trabajo– no solo se declaró irónicamente afectado por la enfermedad de la parallelomania
sino que acuñó el término parallelophobia. La respuesta de Yuval era
esperable dado que él mismo había impulsado una línea historiográfica que hacía
de la literatura rabínica una respuesta al cristianismo. El autor israelí había
retomado y potenciado la idea de Segal (1986) en relación a que judaísmo
rabínico y cristianismo eran religiones hermanas, nacidas y desarrolladas en un
mismo contexto. Pero había ido más allá. En su libro Two Nations in Your
Womb. Perception of Jews and Christians in Late Antiquity and the Middle Ages (original,
en hebreo, publicado en el 2000)1,
había sostenido que el judaísmo rabínico era posterior al cristianismo y su
propia constitución era tributaria del desarrollo del fenómeno cristiano. Así,
alterando los factores, generó una gran controversia aunque con el paso del
tiempo su posición llegó a ser aceptada –si bien dentro de una amplia gama de
matices– por un grupo cada vez más grande de especialistas.2
Ahora bien,
quienes afirman que la literatura rabínica fue fuertemente influenciada por el
cristianismo deben superar un escollo: el Talmud, tanto en su versión de
Jerusalén como en la de Babilonia, posee escasísimas referencias a tal
religión. Yuval (2009: 27-28) sostuvo ante esto que no son necesarias menciones
directas a un adversario religioso para oponerse a él. Es decir, los rabinos
habrían estado tan preocupados por el cristianismo que optaron por el silencio
y la respuesta implícita.
Otros autores, aceptando la influencia cristiana, intentaron detectar,
en distintos espacios de la literatura rabínica, referencias directas e
indirectas. Las referencias directas a Jesús, a María y a los apóstoles han
sido muy estudiadas y no presentarían a priori grandes problemas. Surge,
no obstante, un primer inconveniente: la censura. Desde la Baja Edad Media
–pero sobre todo en la temprana Modernidad– las autoridades cristianas
comenzaron a intervenir los textos judíos. Más aún, los propios judíos
comenzaron a autocensurarse para evitar intervenciones y, eventualmente, actos
de violencia. En principio, los editores judíos optaron por dejar un espacio en
blanco donde otrora había menciones al cristianismo con el fin de mantener –al
menos en la oralidad– los pasajes elididos. Los censores cristianos, no
obstante, también se opusieron a tal práctica por lo que el texto expurgado fue
dejado sin huellas de las palabras eliminadas. En otros casos, términos
conflictivos como מינים (minim) –vocablo sobre el que hablaremos en
breve– o גוים (goim) –literalmente “pueblos”, pero fuertemente asociado al cristianismo en la
Edad Media– fueron modificados en beneficio de palabras menos ambiguas como עובדי כוכבים (adoradores de estrellas).
El potencial problema, entonces, es no conocer con precisión cuántas
referencias al cristianismo fueron censuradas sin dejar rastros.
Afortunadamente, la presencia de manuscritos previos a la censura o hallados en
regiones fuera del alcance de los censores cristianos –Yemen, por ejemplo–3
permite saber con relativa seguridad cuáles fueron los pasajes intervenidos.4
En algunos manuscritos, por otra parte, ciertos tratados fueron censurados y
otros no.5 No menos importante, la existencia
de manuales sobre cómo censurar da una ventaja más para considerar que no hubo
demasiadas más referencias al cristianismo que las que conocemos.6
De todos modos, hay que aceptar que es probable que, aunque escasas, otras
menciones al cristianismo se pueden haber perdido.
Pero los problemas de las referencias directas no acaban aquí ya que
ciertos autores han sembrado dudas en relación al momento en el que fueron
insertadas. En efecto, datar pasajes del Talmud es una tarea que ha
suscitado infinidad de debates. En pocas palabras –y centrándonos en el Talmud
de Babilonia (Bavlí a partir de aquí)– mucha tinta se ha utilizado
en la discusión sobre la edición final del texto entre los siglos VI y VII d.C.
El Bavlí, en efecto, se presenta como una compilación de tradiciones
previas, dando protagonismo a rabinos ubicados en un arco temporal que va desde
el I a.C. hasta el V d.C. Saber si la tradición oral fue preservada o no es
difícil de determinar.7 Por nuestra parte –y sin entrar en
el debate por economía de espacio– consideraremos que quienes establecieron el
texto final entre los siglos VI y VII d.C. imprimieron su huella en él, bien
creando, bien seleccionando el material. Esta posición no es hegemónica pero,
dado que nuestro fin es conocer qué escribieron hacia el siglo VI los rabinos
(repitiendo una tradición previa o inventándola), no necesitamos ahondar en la
polémica historiográfica.
Ahora bien, un problema a tratar es saber si la tradición que llegó
hasta nosotros es de los siglos VI-VII y otro es si fue insertada aún más
tardíamente. En efecto, Johann Maier (1978) consideró que los pasajes referidos
a Jesús eran posteriores al cierre del Bavlí.8
De adoptar esa línea, las menciones serían ajenas al contexto de producción
talmúdico. Vale reconocer a Maier la afirmación de que, en ocasiones, las
referencias al cristianismo no parecen seguir la lógica del relato. No
obstante, otros pasajes del Bavlí referidos a temas diversos operan del
mismo modo. Lamentablemente, no contamos con manuscritos previos al segundo
milenio, por lo que no es fácil refutar completamente la propuesta de Maier. El
consenso historiográfico, no obstante, considera que lo que llegó hasta
nosotros es sustancialmente aquello que se escribió en su momento.
Entonces, en
primer lugar, el impacto del cristianismo en el Bavlí debe analizarse a
través de las referencias directas. Existe, no obstante, otro tipo de pasajes
en los que el texto rabínico estaría dando cuenta del cristianismo. Nos referimos
a las referencias indirectas en las cuales, elípticamente, los rabinos estarían
polemizando con el cristianismo. El problema es que, precisamente en este tipo
de menciones, es cuando uno puede incurrir en lo que se ha denominado paralelomanía
y polemicomanía. En algunos casos la controversia religiosa parece
ser directa, como cuando Abahu declara que quien se hace llamar hijo de Dios es
un falso profeta.9 En otros casos, como veremos en
breve, el vínculo es más difuso. De todos modos, la cuantía de referencias
indirectas es, al igual que las directas, muy baja.
Otros indicios de influencia cristiana en el Bavlí podrían venir
de la constitución de narrativas similares a las producidas por los cristianos.
Así, Daniel Boyarin (1999) consideró que las narraciones de martirios de judíos
que aparecen en el texto talmúdico se constituyeron en el marco de un proceso
de retroalimentación con la concepción de martirio cristiana. Esta tesis fue
firmemente aceptada en los medios académicos, aunque, nuevamente, es de difícil
comprobación dado que antes del cristianismo también existían referencias a
judíos martirizados en textos judaicos (en 2 y 4 Macabeos, por ejemplo).10
No obstante estas limitaciones, es posible sostener en ocasiones que el texto
talmúdico parece estar influenciado por el medio cristiano. Es necesario
insistir, sin embargo, en que no es fácil dirimir si las agendas compartidas
nacen de una preocupación rabínica en el discurso cristiano o si son el
producto del uso de herramientas, patrones y lugares comunes del período.
Huelga decir que tanto este tipo de pasajes como las referencias indirectas
poseen los mismos problemas de datación que aquellos que mencionamos al tratar
las referencias directas.
Por último, existen espacios en el Bavlí en los cuales se tratan
temáticas que podrían –por su propio contenido– derivar en críticas o
comentarios sobre el cristianismo, pero no lo hacen. Estas ausencias de
referencias interdiscursivas –ya sean por desconocimiento, desinterés o
deliberada omisión– son, desde nuestro punto de vista –y atreviéndonos a
utilizar un término no técnico– “ventanas” hacia la polémica desaprovechadas.
Pueden implicar, insistimos, desconocimiento, despreocupación u omisión. Estas
ausencias pueden operar, en última instancia, como argumentos ex silentio,
por lo que no poseen carácter probatorio definitivo. En la misma línea, hay
oportunidades en las cuales el Bavlí incurre, sin tomar recaudo alguno,
en temáticas que podrían ser interpretadas en sintonía con la exégesis
cristiana. En efecto, en siglos posteriores diversos autores cristianos –muchos
de ellos anteriormente judíos– usaron pasajes del Bavlí para apoyar la
interpretación cristiana del Antiguo Testamento.
Cristianismo
en b Sanedrín
Si bien lo
ideal es analizar el Bavlí en conjunto, también es valioso tomar un
tratado en particular y estudiarlo minuciosamente con el fin de responder cuán
importante era el cristianismo en el entramado discursivo rabínico. Nos hemos
inclinado por Sanedrín ya que precisamente en él aparece la mayor
cantidad de referencias directas a Jesús y al cristianismo en todo el Bavlí
(cuatro). En esta ocasión presentaremos una aproximación a los resultados
obtenidos, resaltando cuestiones metodológicas y enfatizando las
potencialidades y limitaciones que un estudio pormenorizado de un tratado
talmúdico puede aportar al conocimiento de la relevancia del cristianismo para
el judaísmo rabínico.
B Sanedrín es un tratado grande –más de 103.000 palabras–
compuesto por 113 folios que comentan los once capítulos del homónimo tratado
de la Mishná.11 Trata asuntos vinculados al
derecho penal, incluyendo la composición de las cortes, características de los
testigos, privilegios de monarcas y sacerdotes, impugnación de jueces y
testigos, procedimientos para llevar a cabo la pena capital, revocación de
sentencias, penas sobre hijos rebeldes, etc. Desarrolla en extenso, también, la
temática del mundo venidero presentada escuetamente en el capítulo XI de la Mishná,
focalizando en el mesianismo y sus características.
Ahora bien, ¿cuánto cristianismo podemos hallar en b Sanedrín?
Hemos dicho que el tratado posee cuatro referencias directas: una narración
sucinta –y completamente diferente a las presentes en los Evangelios– del
proceso de ejecución de Jesús en la víspera de Pesaj así como también
del ajusticiamiento de “sus cinco discípulos”, en 43a-b; una mención hostil
hacia María, e indirectamente a Jesús, en 67a; la asociación de Jesús a la
figura del hijo o discípulo díscolo en 103a y, por último, un relato donde
Jesús es presentado como un discípulo que, producto de un malentendido con el
rabino que lo guiaba, se dedica a la idolatría en 107b.12
Si bien estas cuatro menciones pueden parecer una cantidad importante,
recordemos que estamos ante un texto de gran extensión y que lo hemos
seleccionado, además, por ser precisamente el tratado de Bavlí con más
menciones directas. Dado que nuestro objetivo no es analizar en profundidad las
menciones sino más bien mensurar el impacto del cristianismo en b Sanedrín, no
ahondaremos en el análisis de tales referencias. Debe resaltarse, por otra
parte, que existen aún menos referencias al zoroastrismo –dos–13
pero muchísimas a la herejía como genérico (más de una veintena) y a
expresiones de la religiosidad gentil (más de cuarenta y cinco).14
Cuando pasamos al plano de las referencias indirectas, entramos en un
terreno más disputado dado que en muchos casos es imposible dirimir con
precisión cuál era el verdadero objetivo del pasaje. Así, por ejemplo, en b
Sanedrín 93b, O’Neill (2000) creyó encontrar una parodia de Jesús en la
narración de בר כוכבא (Bar Kojba, “hijo de la estrella”, en arameo).
En el texto, quien fuera el general judío derrotado en 135 d.C. luego de
levantarse en armas en 132 d.C. y ser reconocido por ciertos rabinos como
mesías, es denominado, en un juego de palabras, כוזיבא בר (Bar Koziba, “hijo de la mentira”). Además, en
sus labios se pone la afirmación, “yo soy el mesías”. Su incapacidad de juzgar
a partir del olor lo lleva a ser asesinado por los propios rabinos.15
¿Un ataque encubierto a Jesús? ¿O simplemente un relato producto de la
decepción que produjo la derrota final del general? O’Neill sostiene que nada
del relato refiere al Bar Kojba histórico –no fue asesinado por los judíos;
nunca se autoproclamó mesías– por lo que sería una forma tangencial de atacar a
Jesús. Sin embargo, debe resaltarse una vez más que el Bavlí dista de
ser un texto con objetivos históricos. Por otra parte, O’Neill también compara
la incapacidad de Bar Kojba de juzgar a partir del olor con Mt. 26,
67-68 donde Jesús es abofeteado por muchos, quienes, socarronamente, le
preguntan quién le pegó. ¿Polemicomanía? ¿O polémica e influencia de la
narrativa cristiana en el Bavlí? Difícil establecer.
Otra potencial referencia indirecta aparece en b Sanedrín 106b
donde un מין (min) pregunta a qué edad murió Balaam y
obtiene como respuesta “33 o 34 años”.16
Aquí los puntos en favor de una identificación con Jesús son varios, aunque
conflictivos. En principio, porque quien pregunta es un min –otra figura
que ameritaría decenas de líneas pero que, a nuestros fines, podemos asociar a
un arquetipo de hereje.17 En segundo lugar, porque en otros
pasajes del Bavlí, Jesús aparece cercano a la figura de Balaam y, de
hecho, diversos autores han considerado que ambos personajes suelen ser
intercambiables en el entramado talmúdico.18
Por último–el corazón del pasaje–, la edad de defunción.19
Lo expuesto implicaría que los rabinos, al menos en este caso, estarían
atacando a Jesús asociándolo a la negativa –aunque controversial– figura de
Balaam. Ahora bien, dirimir la cuestión no es tan simple dado que el Bavlí sostiene,
basado en Salmos LV, 24 que los malvados no vivirán más de la mitad de
sus días y el salmo XC, 10 considera que el tiempo normal de vida son 70 años.
Por otra parte, 66 y 33 son números que se repiten frecuentemente en el texto,
sobre todo en relación a la pureza y la impureza de la mujer, por lo que no es
una cifra ajena a los textos rabínicos. Por último, que la pregunta sea
formulada por un min, puede ser visto como una prueba negativa porque
precisamente él debería conocer la edad de muerte de Balaam/Jesús. De todas
formas, la sumatoria de evidencias –incluyendo que también de Doeg y de
Ajitofel se dice que murieron entre los 33 y los 34 años y que estos personajes
aparecen asociados a Jesús en otro pasaje del Bavlí–20
indicarían que aquí tendríamos una referencia indirecta al cristianismo.
Un último ejemplo de otra potencial referencia indirecta proviene de b
Sanedrín 38a-b. El texto es extremadamente largo e involucra a minim y
a otros personajes que cuestionan postulados rabínicos. Si bien los cristianos
no son mencionados en ningún momento, existen algunos pasajes que han dado
lugar a pensar en la posibilidad de una polémica contra estos. Así, en diversas
partes de 38a-b se enumeran argumentos de los minim que refieren a la
multiplicidad de Dios, haciendo hincapié en el texto bíblico. Leemos, por
ejemplo: “En una ocasión cierto min dijo a R. Ishmael bar José: ‘Está
escrito Entonces Dios hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de
parte de Dios (Gen. 19, 24), pero debió haber estado escrito de
él mismo’”.21 La referencia a la multiplicidad
de Dios puede ser asociada a la Trinidad. De hecho, en reiteradas
oportunidades, los Padres de la Iglesia enfatizaron este tipo de versículos
para, en su lógica, demostrar la presencia de Padre, Hijo y Espíritu Santo en
el Antiguo Testamento. Como veremos en breve, incluso pasajes similares del Bavlí
serán usados –una vez que el cristianismo “descubra” al Talmud en el
Bajo Medioevo– para explicar la Trinidad con fines polémicos.
¿Pero el debate entre minim y rabinos en torno a la pluralidad de
Dios puede asociarse mecánicamente al cristianismo? La respuesta es,
nuevamente, esquiva. De hecho, b Sanedrín 38a-b ha sido analizado por la
crítica desde puntos de vista muy diversos. Así, Travers Herford (1903:
245-246), vio en la polémica en torno a Gen. 19, 24 posibles disputas
con grupos gnósticos, encarnadas en la teoría de los dos poderes que,
efectivamente, es mencionada en la Mishná que dispara el comentario
talmúdico.22 Segal (1977), en su trabajo sobre
las implicancias de las referencias talmúdicas a los dos poderes en el cielo,
también enfatizó la polémica con el gnosticismo y, a su vez, el peso de la
tradición mística judía en la noción de un Dios múltiple. No obstante, se
decantó –al menos en lo que respecta a este fragmento– por una probable disputa
entre judíos y cristianos. En efecto recordó que Justino Mártir se había valido
de Gen. 19, 24 para desarrollar la idea de Cristo como mensajero de Dios
(1977: 118-129).23 Miller (1993) –más escéptico–
remarcó que tanto gnósticos como cristianos utilizaban al Génesis, en su
argumentación. Sin embargo, también consideró que la noción de una divinidad
múltiple era sostenida por ciertos grupos místicos judíos, concluyendo que el
pasaje talmúdico probablemente haya referido a una idea genérica de hereje. En
la misma línea, Barak Cohen (2010) puso en duda las posibilidades de la
historiografía para dirimir, en textos tan ambiguos, cuál era el referente de minim.24
Entonces, hasta aquí, tenemos tres potenciales referencias indirectas a
polémicas con el cristianismo. Incluso si aceptamos la vinculación con el
cristianismo de los tres ejemplos que referimos y sumamos otro también
debatible,25 reunimos entre directas e
indirectas ocho pasajes. Si comparamos ello con la mayoría de los tratados
cristianos en relación a las referencias al judaísmo, obtenemos mucho más
preocupación cristiana en el judaísmo que tensión rabínica en relación al
cristianismo.
Pasemos, ahora, a las últimas categorías que hemos delimitado:
narrativas influenciadas por modelos e ideas cristianos y “ventanas” a la
polémica desaprovechadas. En relación a la primera cuestión, es posible pensar
que el extenso capítulo dedicado al mundo venidero y, sobre todo, a las
características del mesías y los tiempos mesiánicos, es una respuesta a
preocupaciones nacidas al calor del desarrollo del cristianismo. Tal como han
demostrado diversos autores, el mesianismo fue un tópico ausente en la
producción textual rabínica inicial (Mishná y midrashim
tempranos). El Talmud Yerushalmi ya presenta una mayor preocupación por
el mesianismo, pero es sin dudas en el Bavlí donde el tema adquiere
mayor relevancia.26 El fuerte desarrollo del tema
mesiánico en b Sanedrín 96b-99a es muestra de ello.27
Sin embargo, es menester aceptar que siempre nos movemos en el plano
hipotético. Es decir, es altamente probable –se trata, de hecho, de nuestra posición–
que ya desde el siglo IV la consolidación del cristianismo y su ideario
mesiánico hayan generado impacto en el mundo judío.28
No obstante, también es posible que la reaparición de la temática responda a
una evolución propia del judaísmo, no necesariamente vinculada al cristianismo.
Otro aspecto que ya hemos mencionado es la posible influencia cristiana
en las narrativas martiriales que se hallan en el Bavlí. En efecto,
existen dos referencias a martirio en b Sanedrín: 14a29
y 110b.30 El problema, nuevamente, es saber
si este tipo de narraciones es producto de la interacción entre judíos y
cristianos o simplemente una evolución interna del judaísmo, siguiendo los
modelos, por ejemplo, de las narrativas halladas en Macabeos. En
relación a b Sanedrín 14a y 110b no aparece, incluso si nos apoyamos en
Boyarin, el tipo de discurso asociado al martirio tardoantiguo.31
Sin embargo, 110b refiere a la historia de Akiva quien, en otros tratados del Bavlí,
si responde a los parámetros delineados por Boyarin.32
No obstante, si nos limitamos a b Sanedrín no podemos asociar mecánicamente
la presencia de estos martirios a influencias del discurso cristiano.
En relación a las “ventanas” desaprovechadas, su detección es aún más
compleja y las conclusiones que se pueden extraer de tales silencios son aún
más reducidas. En virtud de ello, adelantaremos aquí solo algunos ejemplos con
el fin de ilustrar los alcances y las limitaciones de la metodología propuesta.
En primer lugar, existen temáticas tratadas en b Sanedrín que, de
haber existido una seria preocupación por el cristianismo, debieron haber
generado comentarios ofensivos o defensivos. Dentro de este tipo, podemos
considerar aquellas problemáticas que pudieron haber sido relacionadas con
narrativas cristianas. Por ejemplo, b Sanedrín 90a-91a comenta la
resurrección de los muertos en el final de los tiempos. No aparece, sin
embargo, ninguna referencia –ni en clave positiva ni negativa, ni directa ni
indirecta– a la resurrección de Jesús. Es más, los rabinos discuten contra minim
–evidentemente no cristianos o, al menos, no pertenecientes a la mayoría de
las corrientes cristianas– que niegan la posibilidad de la resurrección. En la
misma línea, diversas secciones de b Sanedrín analizan los castigos que
debe recibir un falso profeta y en ningún momento Jesús recibe un ataque, ni
siquiera indirecto.33
También dentro del tipo de temas que pudieron haber disparado
comentarios, se encuentran referencias potencialmente vinculables a narraciones
judías sobre el cristianismo en el propio entramado discursivo rabínico. Un
ejemplo son las continuas referencias del tratado al hijo rebelde en b
Sanedrín que no derivan en ataques a Jesús,34
cuando, como ya vimos, en el propio b Sanedrín (103a) Jesús es asociado
a un hijo díscolo.
Es pertinente, antes de continuar, hacer una aclaración. Tal como
anticipamos en la introducción, nuestro punto de partida es el de un texto
dinámico cuyos editores no se limitaron a compilar tradiciones, sino que
también crearon nuevo discurso –atribuyéndolo en ocasiones a personajes
pretéritos– adicionando comentarios y modificando narrativas previas acorde a
las necesidades de su tiempo. Tal posición no es compartida por todos los historiadores
del campo de los estudios rabínicos, dado que algunos académicos sostienen que
los compiladores del Bavlí no realizaron una intervención importante en
los textos. Desde tal perspectiva, la ponderación, tanto de referencias
directas e indirectas como de agendas comunes y ocasiones polémicas
desaprovechadas, varía notoriamente.
Volviendo a las “ventanas”, otro grupo de referencias son aquellas que,
por tener potencialidad para generar conflictividad en relación a la exégesis
cristiana, pudieron haber sido presentadas en b Sanedrín con ciertas
precauciones. Así, por ejemplo, el número tres es usado en diversas ocasiones
–tres cortes en Jerusalén, tres jueces en determinados delitos, etc.–35
sin aclaración ni recaudo alguno. De hecho, en el Medioevo y solo para dar un
ejemplo, un cristiano convertido desde el judaísmo –Juan de Valladolid– verá la
Trinidad en estos mismos pasajes.36
Los rabinos, sin embargo, no contemplaron tal peligro, no lo conocían o no les
interesaba. Demás está decir que este tipo de referencias son las menos útiles
al momento de extraer conclusiones dado que –siguiendo en este ejemplo– no es
fácil elidir el número tres de un texto.
Ahora bien, es necesario insistir en que estas
“ventanas” no nos permiten arribar a conclusiones seguras. La ausencia de
confrontación directa –volvemos a Yuval– no implica desconocimiento. Un
adversario, en ocasiones, puede ser simplemente elidido del discurso sin ser
olvidado. No obstante, así como desde un argumento ex silentio no
podemos concluir mecánicamente que la preocupación de los rabinos era baja en
relación al cristianismo, tampoco podemos, a partir de los silencios, afirmar
lo contrario.
A modo de
conclusión
Luego de
recorrer el tratado de b Sanedrín en busca de indicios de preocupación
–y despreocupación– respecto del cristianismo, podemos avanzar hacia una
conclusión tentativa. Es importante resaltar que la única evidencia concreta de
la que disponemos es la existencia de cuatro referencias directas. Las
indirectas pueden ser, en el cálculo más optimista, otras cuatro. En relación a
agendas comunes, el mesianismo y el martirio –este menos claramente– pueden ser
vistos, siempre en una perspectiva abarcadora, como problemáticas surgidas por
el contacto con el cristianismo. Por otra parte, también hemos observado
diversos silencios que probablemente expresan desconocimiento, despreocupación
o desinterés. La sumatoria de evidencias, desde nuestro punto de vista, implica
la existencia de conocimiento del fenómeno cristiano y una preocupación en
torno a él. Esta preocupación, no obstante, dista de ser central en el ideario
rabínico ya que, siempre desde nuestra posición, de haber existido un estado de
alarma, el discurso hubiese sido diferente.
Los rabinos de Babilonia, entonces, no estaban obsesionados con el
cristianismo. ¿Por qué? Aquí entran en juego diversas variables contextuales y
textuales que resumiremos brevemente. En lo contextual, podemos descartar, en
primer lugar, el temor. Los rabinos de Babilonia –los compiladores finales del
texto– no se encontraban gobernados por autoridades cristianas ni sujetos a
posibles represalias. El temor podría explicar la escasa presencia del
zoroastrismo en b Sanedrín pero no la del cristianismo. Descartamos, por
otra parte, la noción de aislamiento. En efecto, incluso quienes han
considerado que el movimiento rabínico operaba aisladamente –incluso entre los
propios judíos– aceptan que, para los siglos VI y VII, el nivel de interacción
entre rabinos y no rabinos –judíos o no– era elevado.37
El Bavlí, además, muestra conocimiento, aunque imperfecto, de otras
religiosidades.38 En cuanto a la fuerza del
movimiento rabínico, si bien comenzó como un grupo marginal, hacia el siglo VI
ya se había consolidado y aspiraba a contener a todo el judaísmo en él.39
En tal sentido, ya estamos ante un grupo con posibilidad de influir en una
amplia franja de judíos por lo que el control de religiones adversarias debió
haber sido un aspecto importante.
Tal vez la respuesta más simple es que, en el contexto babilonio, el
cristianismo era un actor menor. Era un grupo importante, por la fuerza que
tenía en el corazón del Imperio Romano de Oriente –y, por ende, en las
fronteras con el mundo sasánida–, así como también por el dinamismo de algunos
enclaves en territorio persa. Pero no era temible. Los rabinos que compilaron
el Bavlí se encontraban en una posición relativamente cómoda en relación
al poder persa y, en términos demográficos –dentro de las reducidísimas
posibilidades que otorga la demografía antigua– los indicios apuntan a una
superioridad numérica de judíos respecto de cristianos.40
Por otra parte –y aquí hay una diferencia en relación a la profusión del
antijudaísmo cristiano– el Bavlí otorga un gran peso a la exégesis
veterotestamentaria. Aunque sea una verdad de Perogrullo, vale recordar que
quienes analizaban el Antiguo Testamento no se encontraban con cristianos
mientras que los padres de la Iglesia continuamente se topaban, entre sus
páginas a estudiar, con judíos, realidad que potenciaba la profusión de
literatura adversus Iudaeos entre los padres de la Iglesia.
Podemos afirmar, entonces, que nuestro análisis de b Sanedrín pone
de relieve que los rabinos conocían a la figura de Jesús e intentaron,
moderadamente, controlarla discursivamente. Dejando de lado las acusaciones de paralelomanía
o paralelofobia, creemos que un estudio profundo de todos los tratados
del Bavlí demostrará el grado de importancia que atribuyeron los rabinos
al cristianismo. El punto de partida es claro: en uno de los tratados más
largos –aquel que tiene la mayor cantidad de referencias directas– el fenómeno
cristiano está apenas presente. Porque aunque muchos pasajes pueden ser leídos
en clave cristiana, solo disponemos de ocho menciones, en el mejor de los
casos. Suficientes, para mostrar preocupación; escasas, para manifestar
obsesión.
Bibliografía
Alexander, P.
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1שני גויים בבטנך : יהודים ונוצרים - דימויים
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El libro fue traducido al inglés en 2009.
2 Una buena crítica a Yuval y, a la vez, un buen
resumen de las posiciones en torno al vínculo entre judaísmo rabínico y
cristianismo, en Schremer (2010: 3-21). Tal como veremos a lo largo de este
trabajo, Yuval no ha sido el único en resaltar la influencia del cristianismo
en la constitución del movimiento rabínico. En una línea similar, véase Daniel
Boyarin (1999 y 2004), a cuyos trabajos referiremos luego.
3 Un buen ejemplo de ello es el ms. Herzog I que,
aunque posterior a 1565, en ocasiones presenta tradiciones previas a la de
manuscritos europeos más tempranos.
4 Una importante cantidad de manuscritos antiguos del Talmud
de Babilonia –todos, insistimos, posteriores al año 1000– ha sido
digitalizada y puede ser accedida a través del Online Treasury of Talmudic
Manuscripts (http://jnul.huji.ac.il/dl/talmud),
gracias a la Biblioteca Nacional de Israel en asociación con otras universidades
que cuentan con los manuscritos más antiguos del Talmud. Otra
alternativa, que posee el texto editado de los manuscritos más importantes, así
como también motores de búsqueda, es la base digital Sol and Evelyn Henkind
Talmud Text Database del Saul Lieberman Institute of Talmudic Research (www.lieberman-institute.com). El
manuscrito más antiguo del Talmud de Babilonia completo que se ha
conservado es Munich 95, de 1348. Existen piezas más tempranas pero estas
abarcan solo ciertos tratados talmúdicos. Los testimonios más antiguos, que
datan del siglo IX, son algunos fragmentos de texto hallados en la Geniza
de El Cairo.
5 Solo para dar un ejemplo, existe una referencia paralela
a Jesús en b Sanedrín 103a y en b Berajot 17b. En ms. Munich 95
la referencia a Jesús fue censurada en el tratado de Berajot pero no
en Sanedrín. El hecho demuestra que, en algunos casos, la censura no era
sistemática.
6 Véase, por ejemplo, la edición del Sefer Hazikuk,
escrito por Domenico Yerushalmi –cristiano proveniente del judaísmo– hacia el
siglo XVI. Para el texto original, véase Prebor (2008). Sobre la censura en
general, véase Raz-Krakotzkin (2007) y Kahn
(2011).
7 Un buen resumen del debate, incluyendo una fuerte
posición tomada, en Halivni (2013). Véase también, entre la amplísima
bibliografía sobre el tema, a Nuesner (1987), Kalmin (1994), Avery-Peck (1995)
y Rubenstein (2003).
8 Para el autor las referencias al cristianismo fueron
insertadas tardíamente, en tiempos posteriores al siglo VII. Cuando publicó el
libro, en 1978, tal afirmación colocaba los pasajes anticristianos muy lejos
del cierre del Bavlí. No obstante, en la actualidad se considera una
datación más tardía para la finalización del Bavlí, por lo que sus
afirmaciones podrían ser conciliadas, acercando límites, con otras posiciones
historiográficas.
9 Y Taanit 2:1. Un buen análisis de este pasaje
en Irshai (1982).
10 Boyarin (1999: 93-126) considera que el tipo de
discurso martirial de la Antigüedad Tardía es nuevo. Lo diferencia, en efecto,
de las muertes violentas observables en 2 y 4 Macabeos apelando a
tres elementos: 1) la existencia de un discurso ritualizado y performativo como
acción central del martirio; 2) la muerte del mártir como el cumplimiento de un
mandato divino; 3) la presencia, en la narración martirial, de elementos
discursivos eróticos relacionados al amor a Dios.
11 La Mishná es un texto que se presenta como la
recopilación de tradiciones orales judías fuertemente ancladas en el Antiguo
Testamento. Se compone principalmente de normas que aspiran a regir la vida de
los judíos. Fue escrita, según la tradición, por Yehuda Ha-Nasí (Judá el
príncipe) hacia principios del siglo III d.C. en Palestina.
12 Buenos análisis de estas referencias en Schäfer
(2007) y Murcia (2014). Previos, aunque aún valiosos, Travers Herford (1903),
Goldstein (1950), Lauterbach (1951), Maier (1978) y Visotzky (1995), entre
otros. Por nuestra parte, hemos realizado algunas aproximaciones a estos
pasajes en Laham Cohen (2014, 2016 y en prensa).
13 39a y 98a. Ambas son menciones a sacerdotes
zoroastrianos sin que se haga hincapié en sus conductas.
14 Dada la cantidad de pasajes involucrados, no
citaremos las referencias. Excluimos, de esta categoría, a cristianos y a
zoroastrianos.
15B Sanedrín 93b:
בר כוזיבא מלך תרתין שנין ופלגא אמר
להו לרבנן אנא משיח אמרו ליה במשיח כתיב דמורח ודאין נחזי אנן אי מורח ודאין כיון דחזיוהו
דלא מורח ודאין קטלוהו
“Bar Koziba reinó dos años y medio. Dijo a los rabinos:
‘Yo soy el mesías’. Ellos dijeron: ‘Del mesías está escrito que huele y juzga.
Veamos si él [Bar Kojba/Bar Koziba] puede’. Cuando vieron que él no podía
juzgar por el olor, lo mataron”. Todas las traducciones son nuestras.
16B Sanedrín 106b:
א"ל ההוא מינא לר' חנינא
מי שמיע לך בלעם בר כמה הוה א"ל מיכתב לא כתיב אלא מדכתיב אנשי דמים
ומרמה לא יחצו ימיהם בר תלתין ותלת שנין או בר תלתין וארבע א"ל שפיר קאמרת לדידי חזי לי פנקסיה דבלעם
Cierto min le preguntó a Rab Hanina: “¿Has
escuchado qué edad tenía Balaam?”. El respondió: “No está escrito, pero dado
que está escrito: ‘Los sanguinarios y los fraudulentos no alcanzarán la mitad
de sus días’ (Sal. 55, 24), él tuvo treinta y tres o treinta y
cuatro años”. El min respondió: “Estás en lo cierto. Yo mismo lo he
visto en la crónica de Balaam…”.
17 Si bien el significado más común del término min
en la literatura rabínica es hereje en sentido amplio –criterio con el cual
coincidimos– muchos autores han vinculado a los minim talmúdicos con el
cristianismo o el judeo-cristianismo. Un buen resumen en Katz (2006). Véase
también Miller (1993), Goldenberg (1994), Hayes (1998) y Langer (2011), entre
otros.
18 Sobre la asociación de Jesús con Balaam, un buen
resumen en Murcia (2014). Debe
resaltarse que, en la misma línea de Murcia, una gran cantidad de historiadores
rechaza la identificación, al menos en tiempos talmúdicos, de ambos personajes.
19 Es importante remarcar que, para el período de cierre
del Bavlí tampoco había un consenso pleno en los círculos cristianos
sobre la edad de muerte de Jesús. No obstante, la mayoría de los autores
cristianos tempranos consideraban, en base a los evangelios, que había muerto
entre los 30 y los 34 años.
20B Sanedrín 69b. Los personajes son asociados a Jesús,
indirectamente, en b Berajot 17a-b.
21B Sanedrín 38b:
אמר ליה
ההוא מינא לר' ישמעאל בר' יוסי
כתיב וה' המטיר על סדום ועל עמורה גפרית ואש מאת ה' מאתו
מיבעי ליה
22 Travers Herford (1903: 245-246) databa a Ishmael hacia
principios del siglo III aunque debemos recordar, una vez más, el problema de
las atribuciones en el Bavlí. El autor, a pesar de decantarse por una
polémica con sectores gnósticos, no descarta la posibilidad de que el debate
haya sido con grupos cristianos cuya teología tuviera puntos de contacto con el
gnosticismo (261 y ss.). La referencia a dos poderes en el cielo aparece en m
Sanedrín 4:5.
23 La referencia de Justino se halla en Dialogo con
Trifón, 56.
24 Sobre b Sanedrín 38a-38b en general, véase
también Gruenwald (1981), Elman (2007a), Schremer (2010) y Schäfer (2012),
entre otros.
25B Sanedrín 69b: Doeg y Ajitofel vivieron 33 años. Téngase en
cuenta que en b Berajót 17a-b estos personajes aparecen asociados a
Jesús.
26 Sobre el desarrollo del mesianismo en la literatura
rabínica véase, entre otros, Schiffman (2006), Alexander (2007) y Jaffé (2013).
27 El Bavlí comenta al capítulo XI de la Mishná,
que no se basa en la figura del mesías sino en el mundo venidero.
28 En el marco de las discusiones sobre el mesías se le
atribuye a Hilel la siguiente declaración: “No habrá Mesías para Israel, ya que
ellos lo consumieron en tiempos de Ezequías”. Hilel, según la tradición, murió
hacia el 10 d.C. a una edad aproximada de 80 años.¿Puede ser leído este pasaje
como un ataque encubierto al cristianismo o, incluso, como otra referencia
indirecta a la polémica? Sí, pero también puede ser visto como una disputa
hacia el interior del judaísmo, tal como afirmó Mireille Hadas-Lebel (2000). El
texto mencionado aparece en b Sanedrín 99a:
אין משיח לישראל שכבר אכלוהו בימי חזקיה
29 Se trata de la historia de Judá b. Babá, asesinado
con 300 lanzas al violar cierta normativa imperial de no consagrar nuevos
rabinos.
30 Mención a Akiva y otros rabinos asesinados por
defender la Torá.
31 Ver nota n.10.
32 El martirio de Akiva es narrado en b Berajot 61b.
33 Véase, por ejemplo, 15b, 84a y 90a. Solo en una
ocasión, en 67a, el tema se encuentra en el mismo folio en el que hay una
referencia directa a Jesús. No obstante, Jesús aparece luego de un comentario
en torno al instigador y no al profeta.
34 Véase, entre otros, 45b-46a, 68b, 70b y 89a.
35 Véase, entre otros casos, 23a (tres jueces en
determinadas causas); 38b (tres grupos de ángeles en la creación), 90b (tres
mundos). En m Sanedrín 10:2 hay una referencia a tres cortes en
Jerusalén.
36Juan de Valladolid, Libro sobre la concordancia de
la ley de Dios, I, 3.
37 Kalmin (2006), por ejemplo, pensó al colectivo
rabínico como un grupo aislado, incluso en relación a judíos no rabínicos. No
obstante, consideró que, ya hacia el siglo VI, el movimiento se había abierto
hacia todo el judaísmo, aumentando los vínculos, también, con el mundo
no-judío. Véase, sobre el movimiento rabínico en Mesopotamia, entre otros, a
Neusner (1965-1970), Oppenheimer (1983), Gafni (2007), Herman (2012) y Geller
(2015).
38 En torno al zoroastrismo véase Neusner (1986), Elman
(2007b) y Backhos-Shayegan (2010), entre otros.
39 Seth Schwartz (2001) puso en tela de juicio la
velocidad con la que se expandió el movimiento rabínico, en Palestina y en la
Diáspora. Más cercano en el tiempo, Hayim Lapin (2012) coincidió en que solo a
partir del IV el grupo rabínico adquirió preponderancia en el judaísmo y,
recién en el VI, consolidó la hegemonía.
40 Sobre todo si nos centramos en el sur de Mesopotamia,
centro de la vida rabínica.